La Hermenéutica como base de la Interpretación Bíblica

La hermenéutica es la herramienta que permite sistematizar correctamente la interpretación bíblica. Esta palabra se deriva de la mitología griega. Hermes era el dios griego de la ciencia, el discurso, la escritura, el arte y la invención.

Aun cuando la correcta interpretación no viene de un manual de instrucciones, sino de la comunión con Dios y el permitir que el Espíritu Santo haga Su trabajo de capacitación en nosotros, “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Juan 14:26), la hermenéutica es esencial para entender el mensaje del autor.

Lamentablemente muchas personas han adoptado una serie de doctrinas o posiciones teológicas sin tener en cuenta la hermenéutica, cuando “los principios de interpretación son básicos y deben de ser establecidos antes de tratar de interpretar la Palabra de Dios, para que el resultado no solamente sea la interpretación correcta, sino también un sistema correcto de teología”[1].

Es muy interesante lo que E.D. Hirsch explica en su ensayo Validez en la interpretación:

“Cuando los críticos deliberadamente destierran al autor original, ellos mismos usurpan su lugar (como quien determina el significado), y eso conduce infaliblemente a algunas de las confusiones teóricas de nuestros días. Donde antes había sólo un autor (uno que determinaba el significado), ahora surgen muchísimos, y cada uno tiene tanta autoridad como los demás. Eliminar al autor original como el que determina el significado era rechazar el único principio normativo obligatorio que podía prestar validez a una interpretación… Porque si el significado de un texto no es el de su autor, entonces ninguna interpretación puede corresponder al sentido del texto, ya que el texto no puede tener significado determinado ni determinable”[2].

Aquellos que nos identificamos como cristianos conservadores, tenemos como punto de partida que la Biblia debe interpretarse literalmente, y que esta es la autoridad absoluta, infalible y sin errores. También que al interpretar la Palabra de Dios se debe buscar qué quiso decir el autor y no lo que la persona desee entender. Si se deja de lado lo que Dios quería transmitir y se interpreta de acuerdo con lo que el texto significa para el lector, se pueden obtener tantas interpretaciones como lectores tenga el texto.

Método literal de Interpretación

El método literal de interpretación “es aquel que da a cada palabra el mismo significado básico exacto que se le daría en su uso normal, ordinario, acostumbrado, bien sea empleado en escrito, al hablar o al pensar”[3] dentro del contexto en que fue escrita.

La interpretación literal defiende que el significado literal de las oraciones es la forma normal de interpretarlas, y que los significados secundarios de cualquier figura o estilo literario, dependen del significado literal previo de los términos.

El enfoque literal no descarta las figuras de dicción, alegoría, símbolos o tipos, sino que obtiene el segundo sentido o significado de la misma naturaleza de la oración, sin necesidad de forzarla.

El tener como fundamento la interpretación literal nace de la convicción de que la Biblia es el resultado de la inspiración plenaria, es decir, que el Espíritu Santo guio a los escritores humanos en cada palabra y en todas las palabras que ellos escribieron. “Por cuanto Dios dio Su Palabra como revelación al hombre, es de esperarse que Su revelación fuese dada en términos tan exactos y específicos que Sus pensamientos fuesen comunicados y comprendidos con exactitud cuando fuesen interpretados de acuerdo con las leyes de gramática y la dicción”[4].

Modelo de interpretación bíblica

Henry Virkler en su libro Hermenéutica, principios y procedimientos de interpretación bíblica, propone un práctico modelo de seis pasos para la interpretación bíblica y su aplicación:

Análisis contextual – histórico – cultural

En este análisis se debe considerar el medio histórico-cultural en el cual el autor escribió, para entender sus alusiones, referencias y propósito, al igual que el entorno histórico y cultural tanto del autor como de los receptores originales del mensaje, como por ejemplo guerras, imperios, contexto económico, tradiciones, situación espiritual, etc.

Se debe buscar y entender el propósito que tuvo el autor para escribir el libro o la carta, analizar los mensajes, las frases o palabras que se repiten, y todo aquello que dé más información sobre el contexto. Entender cómo el pasaje armoniza con su contexto inmediato, identificar los bloques mayores de material en el libro o carta y señalar cómo armonizan con un todo coherente, indicar cómo el pasaje armoniza con el desarrollo del argumento del autor y reconocer la perspectiva que el autor intenta comunicar, por ejemplo: noumenológica (el modo en que las cosas suceden en realidad) o fenomenológica (el modo en que las cosas parecen suceder). Se debe además distinguir entre verdad descriptiva y verdad prescriptiva, entre detalles incidentales y la enseñanza que enfoca el pasaje, e identificar la persona o clase de personas hacia quienes se dirige un pasaje en particular.

Lo anterior es muy útil para no tomar pasajes fuera de contexto y darles así una interpretación inválida, por lo cual es muy importante cada vez que se desea usar un versículo leer los párrafos anteriores y posteriores a este y buscar toda la información accesoria que nos permita tener un buen análisis. También es útil ayudarse con libros históricos o comentarios que incluyan el contexto histórico y social de la época, y sus tradiciones.

Debemos tener presente que la división de capítulos y versículos en la Biblia fue agregada para facilitar nuestro estudio, pero no existía en los escritos originales. Los primeros esbozos de esta división se pueden rastrear a Francia en 1226, en lo que se conoce como la “Biblia Parisina”. En 1555 Robert Estienne publicó la Biblia completa en latín con la división de capítulos y versículos. “En 1560 se publicó la primera versión de la Biblia de Ginebra en inglés (Geneva Bible) que utilizaba tanto capítulos como versículos… En 1569, Casiodoro de Reina publicó en Basilea (Suiza), la primera traducción completa de toda la Biblia al idioma español, y en ella incluyó la división actual de capítulos y versículos propuestos por Robert Estienne”[1].

Por lo anterior, es muy importante obviar estas divisiones al momento de realizar el trabajo de análisis, y realizarlo en un marco más amplio, de manera de no verse sesgado por la división propuesta, ya que esta es más organizativa que interpretativa.

Análisis léxico – sintáctico

En este análisis se debe desarrollar una comprensión de las definiciones de las palabras (lexicología) y su relación con otras (sintaxis) para entender con más exactitud el significado que el autor trató de trasmitir.

Es muy importante contar con las herramientas adecuadas para poder realizar este análisis, ya que algunas tareas pueden ser más simples, pero descubrir el significado de las palabras en los idiomas originales es una tarea mayor, por lo cual siempre es bueno tener a la mano concordancias de griego y/o hebreo o un diccionario expositivo de palabras como el de Vine.

Lo primero que se debe hacer es determinar la forma literaria del texto: si es profética, narrativa o poética; bosquejar el desarrollo del tema por parte del autor y ver cómo armoniza con el resto del libro; identificar las divisiones naturales del texto, intentando que la división tradicional de capítulos y versículos no interfiera en el análisis (tema tratado en el punto anterior); identificar las palabras de enlace entre párrafos y oraciones, de manera de comprender mejor el desarrollo del mensaje del autor; determinar el significado de las palabras, ya sea las múltiples posibilidades de traducción, como el significado que tiene de acuerdo al contexto; analizar la sintaxis para evaluar cómo contribuye a la comprensión del texto; y poner el análisis en palabras sencillas y no académicas que permita entregar la interpretación en forma clara y sencilla.

Aunque este es un ejercicio intelectual y académico, es muy importante leer varias veces el pasaje y meditarlo en la intimidad con el Señor de manera de sacar el mayor provecho del mensaje y lograr extraer principios válidos del texto. El trabajo de interpretación no se puede aislar de la comunión con Dios.

Hay que considerar que muchas veces el lector está acostumbrado a acercarse al texto en español lo que puede generar una predisposición al pasaje, o no entender las frases usadas en la época, las cuales tenían un significado de acuerdo al contexto histórico o social. Poder seguir estos pasos ayudará a generar una interpretación correcta y válida que permita obtener preciosos tesoros y principios de la Palabra de Dios.

Análisis teológico

Estudia y busca entender cómo se armoniza el pasaje con la revelación total de Dios. Al hablar sobre la revelación se debe analizar cómo es la relación de Dios con el hombre respecto a esta revelación. En este análisis se debe considerar el tema de la continuidad y discontinuidad de manera de poder obtener una interpretación válida del texto (tema abordado en detalle en las consideraciones generales). 

Bajo este análisis están las definiciones entre la ley y la gracia, como entre Israel y la iglesia. Es aquí donde se debe tomar una posición respecto al sistema teológico. Al realizar el análisis se debe considerar determinar el punto de vista personal de la naturaleza de la relación de Dios con el hombre, identificar las implicaciones de este punto de vista para el pasaje que se está estudiando, evaluar la extensión del conocimiento teológico al alcance de la gente de esa época (la «analogía de las Escrituras») y determinar el significado que el pasaje tenía para sus lectores originales a la luz de su conocimiento.

Identificar el conocimiento adicional sobre este tema que está a nuestro alcance gracias a la revelación posterior (la «analogía de la fe»). Todo este análisis no puede estar separado o realizarse en forma independiente al histórico-cultural-contextual y al léxico-sintáctico, de forma de armonizar toda la información disponible y evitar errores de interpretación.

La tarea clara es armonizar el pasaje o texto a utilizar con las enseñanzas desprendidas del resto de la revelación (la Biblia). El conocimiento que se obtenga debe ser atingente al mensaje original y los principios a rescatar se deben desprender de él.

Es muy importante al momento de tomar una posición analizar algunos conceptos importantes. De esta manera se puede tomar una mejor decisión respecto al dilema continuidad y discontinuidad, tales como la gracia, la ley, la salvación y el ministerio del Espíritu Santo.

Análisis literario

Busca identificar la forma literaria o el método empleado en un texto determinado para varias formas tales como la narrativa histórica, las cartas, la exposición doctrinal, la poesía y el género profético y/o apocalíptico, cada uno tiene sus métodos distintivos de expresión e interpretación.

El análisis literario es parte de lo que se conoce como hermenéutica especial y consiste en reconocer las distintas figuras literarias que se pueden encontrar en el texto a fin de interpretar correctamente el pasaje.

Al realizar el análisis se debe tener en cuenta buscar referencias explícitas que indiquen la intención del autor respecto al método que estaba usando. Si el texto no identifica explícitamente la forma literaria del pasaje, estudiar las características del pasaje deductivamente para averiguar su forma. Aplicar los principios de los recursos literarios con cuidado, pero sin rigidez.

Comparación con otros interpretes

Este paso busca comparar la interpretación tentativa derivada de los cuatro pasos anteriores con el trabajo de otros intérpretes.  Para esto es muy importante poder acudir a Biblias referenciadas o de estudio y/o comentarios y compendios. De esta manera, se puede comparar la interpretación y/o modificar o ampliar la interpretación.

Aplicación

Es el paso clave e importante de trasladar el significado que un texto bíblico tenía para sus oyentes originales al significado que tiene para los creyentes de un tiempo y cultura diferentes.

Para la aplicación se deben deducir los principios basado en los análisis contextual-histórico-cultural, léxico-sintáctico y teológico de una porción narrativa, para luego verificar mediante el estudio deductivo el o los principios que el pasaje tenía la intención de enseñar, y/o los principios (verdades descriptivas) ilustrados dentro del pasaje que siguen siendo aplicables al creyente de hoy.

Citas:


[1] Rafael Beltrán, ¿Cuál es el Origen de las Divisiones en Capítulos y Versículos de la Biblia? Lasagradapalabra.org publicado el 26 de agosto 2018, http://lasagradapalabra.org/cual-es-el-origen-de-las-divisiones-en-capitulos-y-versiculos-de-la-biblia#.XYi7mkZKg2x (consultado 23 septiembre 2019)


[1] Bernard Ramm, Interpretación Bíblica Protestante, (Grand Rapids, Michigan, USA, Baker Book House, 1970), 53

[2] J. Dwight Pentecost, Eventos del Porvenir, (Estados Unidos, Editorial Vida, 1989), 7


[3] Charles Ryrie, Dispensacionalismo Hoy, (Barcelona, España, Editorial Portavoz, 1974), 51

[4] E.D. Hirsch, Validez en la Interpretación, (New Haven, USA, Yale University, 1967), 5

Extracto de: Atesorando la bendita Esperanza, Dr. A. Pedro Palma

Adquiere el libro desde este enlace de la pagina de Editorial Crece: https://www.editorialcrece.cl/home/producto/atesorando-la-bendita-esperanza/

Dr. Pedro A. Palma es Doctor en Filosofía de la Universidad Bautista de Louisiana, EE.UU. y cuenta con una maestría de la misma institución. Posee un MBA en la Universidad Adolfo Ibáñez, y una licenciatura en Administración de Empresas, que le valió para titularse como Ingeniero Comercial y Contador General. Dada su pasión docente, detenta también un Diplomado en Docencia Académica Universitaria. Todas estas habilidades las ha puesto al servicio de la iglesia donde sirve (Iglesia Bautista Monte de Dios, en Quilicura, Santiago) y de los estudiantes del Seminario Teológico Logos del que es director y fundador. 

Vive a las afueras de Santiago de Chile, junto a su esposa Danae y sus hijos Vanessa y Pedro.



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